martes, 10 de julio de 2007

EL ETERNAUTA




La primera vez que vi nevar en Buenos Aires fue en 1990; estaba leyendo El Eternauta; era una buena historia claro; pero ni en mis sueños más freak pude llegar a imaginarme que iba a ver nevar en Lanús o en Ramos Mejía; o en el obelisco. La mañana me sorprendió en Mercedes en principio fue agua nieve; ya en la ruta comenzó a nevar; era surrealista, algo de no creer, nieve en Buenos Aires? A los veinte minutos comenzaron a sonar los celulares; nieva en Quilmes, nieva en Plaza Once, nieva en Morón. Al llegar caminé hasta casa; hace tiempo que no veía tanta alegría en las calles como la que vi ayer. Todos teníamos un estado en común, la sorpresa. Sabía que un día después algunos iban a hablar de bendición y de calentamiento global, sabía que la progresión del desanimo iba a continuar, que detrás de este capricho de la naturaleza estaba esperándonos la realidad; sabía todo eso; pero decidí entregarme a esta alegría sin demasiado discurso del intelecto; sin reprimirme; sin dejarme atiborrar de pensamientos y de dudas; sólo caminé, y caminé; y me perdí en la noche viendo la nieve caer...










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